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jueves, 20 de agosto de 2009

Santa Rosa de Lima

SANTA ROSA DE LIMA

Rosa de Lima, la primera santa americana canonizada, nació de ascendencia española en la ciudad de Lima, capital del Perú, el 30 de abril de 1586. Sus humildes padres fueron Gaspar de Flores y María de Oliva; cuando vivía en su casa, se dedicó ya a una vida de piedad y de virtud, y, cuando vistió el hábito de la tercera Orden de santo Domingo, hizo grandes progresos en el camino de la penitencia y de la contemplación mística.

Aunque la niña fue bautizada con el nombre de Isabel, la llamaban Rosa y ése fue el único nombre que le impuso en la Confirmación el Arzobispo de Lima, Santo Toribio. Rosa tomó a Santa Catalina de Siena por modelo, a pesar de la oposición y las burlas de sus padres y amigos. En cierta ocasión, su madre le coronó con una guirnalda de flores para lucirla ante algunas visitas y Rosa se clavó una de las horquillas de la guirnalda en la cabeza, con la intención de hacer penitencia por aquella vanidad, de suerte que tuvo después bastante dificultad en quitársela. Como las gentes alababan frecuentemente su belleza, Rosa solía restregarse la piel con pimienta para desfigurarse y no ser ocasión de tentaciones para nadie. Era capaz de oponerse a sus padres por una causa justa, sin embargo, jamás los desobedeció ni se apartó de la más escrupulosa obediencia y paciencia en las dificultades y contradicciones. Rosa tuvo que sufrir enormemente por parte de quienes no la comprendían.

Rosa trabajaba el día entero en el huerto, cosía una parte de la noche y en esa forma ayudaba al sostenimiento de la familia. La santa estaba contenta con su suerte y jamás hubiese intentado cambiarla, si sus padres no hubiesen querido inducirla a casarse. Rosa luchó contra ellos diez años e hizo voto de virginidad para confirmar su resolución de vivir consagrada al Señor. Al cabo de esos años, ingresó en la tercera orden de Santo Domingo, imitando así a Santa Catalina de Siena. A partir de entonces, se recluyó prácticamente en una cabaña que había construido en el huerto. Llevaba sobre la cabeza una cinta de plata, cuyo interior era lleno de puntas sirviendo así como una corona de espinas. Su amor de Dios era tan ardiente que, cuando hablaba de El, cambiaba el tono de su voz y su rostro se encendía como un reflejo del sentimiento que embargaba su alma. Ese fenómeno se manifestaba, sobre todo, cuando la santa se hallaba en presencia del Santísimo Sacramento o cuando en la comunión unía su corazón a la Fuente del Amor.

Dios la llamó a dar el Sí un 24 de agosto de 1617, a los treinta y un años de edad. El capítulo, el senado y otros dignatarios de la ciudad de Lima, se turnaron para transportar su cuerpo al sepulcro. Fue beatificada por el Papa Clemente IX, un 15 de abril de 1668; y el Papa Clemente X la canonizó el 2 de abril de 1671.

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